martes, 30 de agosto de 2016

Y tras las vacaciones...


...Toca volver a la rutina. Aunque hace días que empece a trabajar, ya iba siendo hora de volver a la blogosfera. Un mes sin pasar por estos lares ha sido más que suficiente para reponer fuerzas, disfrutar del verano y sobre todo echaros mucho de menos. Aunque este verano ha tenido muchas, pero muchas cosas buenas... apenas he podido disfrutar de la paz que siento cuando me sumerjo en una historia. Hace tiempo que no tenía un verano tan poco lector como este, pero ha sido por una buena causa. 

Cómo os adelanté en mi despedida, tenía planeado una ruta cultural para conocer dos tierras que me intrigaban bastante: el País Vasco y la Baviera Alemana. Hoy puedo decir que he quedado completamente enamorada de ambas. 

Intuía que me encantaría Bilbao, pero lo que no podía imaginar es que me cautivaría de esta forma. Tengo que reconocerlo: a priori mi único interés era conocer de una vez el Guggenheim (los que pasáis asiduamente por este blog ya sabéis que soy Licenciada en Historia del Arte). Pero esta ciudad esconde mucho más. Pasear por sus calles, degustar sus pintxos, perderse en su Ría... ¡Y Puppy! Que no puede ser más adorable... En definitiva, una experiencia más que recomendable. 

Pocos días, pero muy intenso. Mi periplo por tierras vasca me llevó a pueblos como BermeoZumaiaGuernikaMundaka... Hubo tiempo para todo, hasta para subir los 241 escalones que te llevan a la ermita de San Juan de Gaxtelugatxe. Sólo os diré que este bello lugar ha pasado a estar en mi lista de "rincones" en los que se detiene el tiempo. 

Eso sí, para amor a primera vista... San Sebastián. ¡Que ciudad más encantadora! Y luminosa... pocas playas rebosan tanta vida como la Playa de la Concha. Y como colofón, los Peines del Viento de Chillida, un conjunto escultórico que siempre me ha llamado la atención. Fue una escapada por sorpresa que resultó de lo más apetecible. Y todo gracias a él... Mi compañero de viaje, mi compañero en la vida... 








Y sin tiempo casi ni de deshacer la maleta... ¡¡Alemania!! Me esperaba una ruta muy especial por el sur del país, concretamente la región de la Baviera. Después de dos años intentando coincidir con unas amigas al fin parecía que se hacía el milagro. Múnich fue nuestra base, y de ahí, fuimos moviéndonos para conocer los rincones más atractivos de esta tierra. Aunque Múnich es conocida por su Oktoberfest, bien merece una escapada en cualquier época del año. Además de su cerveza, la ciudad puede presumir de atesorar una de las plazas más bellas de Europa, Marienplatz. En ella se ubica el nuevo ayuntamiento, que curiosamente es uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Y sencillamente espectacular. Además de su rica decoración escultórica, tiene un carrillón con figuras a tamaño natural que representan las bodas de Rey Ludwing y Theresa... ¡Una maravilla!

Pero mi interés por esta zona era culpa de un castillo... Si, un castillo de cuento de hadas que sirvió de inspiración a Disney. En un paraje idílico se encuentra Neuschwanstein. Luis II de Baviera se mando a construir este magnífico castillo en frente del de sus padres. Que por cierto, la mayoría de las personas que visitan en castillo compran la entrada única... ¡ERROR! Deben visitar también el castillo de los padres, que aunque por fuera no sea tan espectacular... su interior es una autentica joya. A nosotras nos hizo un día... ¡¡Que frío!! Y sin dejar de llover ni un sólo instante. Algo que al principio me tenía algo de los nervios, pero que luego... al ver ese halo de misterio que envolvía al castillo... ¡¡No pude tener más suerte!!







Pero no todo va a ser "turisteo" del bonito, también hubo tiempo para visitar un lugar histórico, que ojalá nunca hubiese pasado a la historia. El campo de concentración de Dachau, donde murieron más de 41.000 personas, fue nuestra siguiente parada. Aún hoy... la atmósfera es asfixiante. Nunca más. 

Cuando voy a visitar una ciudad, siempre intento leer alguna novela ambientada en el sitio o escrita por algún escritor nativo. En este caso decidí sumergirme en El jardín de Dachau de Ellen Marie Wiseman. En breve os traeré la reseña, pero puedo adelantaros que fue una lectura de esas que se enredan en tu alma. Muy, muy sentimental... 



Nuestra siguiente parada fue la ciudad de Durero, Nüremberg. Es famosa por ser la ciudad donde se celebraron los juicios a los máximos dirigentes del nazismo tras la II Guerra Mundial. Pero lo que no todos saben es que pasear por sus calles es viajar a la Edad Media. Aunque sufrió bastante los estragos de la guerra, sus habitantes lucharon por devolver a la ciudad su antiguo esplendor. Y hoy en día, ese sabor medieval es toda una realidad. El centro histórico, surcado por el río Pegnitz, está bien delimitado por una muralla que custodia un entramado de callejuelas con encanto que bien podrían ser el escenario de un cuento. 







Y de una ciudad medieval, a una romántica... aunque para ello, tuvimos que cruzar la frontera y adentrarnos en Austria. Salzburgo, la cuna de Mozart, rebosa elegancia. Al pie de los Alpes, en un enclave sin parangón, surge esta ciudad que debe su nombre a las ricas en salinas de la región. Las vistas desde la fortaleza de HohenSalzburg son impresionantes. Es el castillo más grande de Europa Central, se llega a través de un breve paseo pro funicular y se conserva íntegramente. Y como dato curioso, aunque fue varias veces sitiada... nunca fue tomada. Pero Salzburgo no sólo es la ciudad de la música, sino que también fue el escenario del rodaje de una película que marcó mi infancia: Sonrisas y Lágrimas. Así que los jardines del Palacio de Mirabell era más que parada obligatoria en nuestro itinerario. 






Y después de este atracón cultural nos sentó de maravilla un día en contacto con la naturaleza. A las fueras de Múnich, el Lago de Starbenger See con sus 58 kilómetros de perímetros, se convirtió en nuestro destino. Un paseo en barco de tres horas nos permitió recorrer sus aguas cristalinas disfrutando de una vistas increíbles. Y es que nuevamente, los Alpes nos acompañaban... Es uno de los mayores lagos de Alemania y para los habitantes de Múnich, su "playa". Precisamente en este lago murió ahogado el monarca Luis II de Baviera, aunque esa es la versión oficial. Se piensa que realmente fue asesinado por intereses políticos. 




Y hasta aquí mis vacaciones 2016. Vuelvo a la blogosfera con las pilas cargadas y con muchas ganas de seguir contándoos mis aventuras y desventuras literarias. 



¡Comenzamos!