lunes, 24 de agosto de 2015

Los infortunios de Svoboda




Sátira política demoledora con grandes dosis de ternura. Los infortunios de Svoboda nos traslada a un pequeño pueblo de la Bohemia para mostrarnos los horrores de la invasión nazi. Pese a la aparente dureza de la temática, la lectura es bastante ágil, agradable, y en muchas ocasiones, incluso cómica. 



Resumen 



Estamos en un pequeño pueblo de Bohemia donde nunca pasa nada. Los trenes que paran en la estación rara vez traen a nadie interesante. Svoboda, un tipo algo ingenuo y simplón, frecuenta sus andenes desde hace un cuarto de siglo y se dedica a ayudar a los pasajeros a cargar su equipaje. Hasta que un día, en 1939, las tropas alemanas invaden la ciudad, y el porteador aficionado se ve acusado sin saben muy bien cómo de organizar un atentado para a Hitler... Tras la suerte del necio Svoboda adivinamos la historia de todo un país, desgarradora y absurda, como vista por el lado equivocado de un telescopio. Los infortunios de Svoboda, una novela magistral donde la sátira se mezcla con la ternura, trata sobre la facilidad con que fabricamos cobardes y mártires, todo con olímpico desprecio hacia cualquier valor humano. 


Impresiones


Tras un mes de vacaciones blogueras, vuelvo para hablaros sobre una de mis lecturas veraniegas, Los infortunios de Svoboda. La elección de esta novela se debe a una costumbre que he adquirido con los años: leer algo ambientado en el lugar al que voy por vacaciones. Praga, capital de la República Checa, ha sido mi destino 2015, y aunque esta novela está ambienta en un pequeño pueblo de la Bohemia, me pareció una perfecta elección ya que tenia bastantes ganas de leer algo de János Székely, uno de los mejores escritores húngaros de todo los tiempos. 

Los infortunios de Svoboda destaca sobre todo por la intensidad emocional de sus personajes. Un estilo claro y una trama lineal facilitan su lectura. Su protagonista, Svoboda (que significa "libertad" en checo) es un hombreton pelirrojo tan estúpido como testarudo, cuya mayor desgracia es estar en el lugar menos adecuado, en el momento menos apropiado. Y así, se ve envuelto en un sinfín de adversidades de las que es ajeno por su estupidez. Vive tranquilamente en un pequeño pueblo de la Bohemia chequia donde a su manera, es bastante feliz. Tiene un enorme corazón, trabajo y hasta una amante. Pero su aparente tranquilidad se verá trucada con la invasión alemana. 


Su poca perspicacia, unida a los problemas de dicción y a un miedo atroz a morir por una corriente de aire, no lo dejan pasar precisamente desapercibido entre sus vecinos. Así que no es de extrañar que sea el objeto de "entretenimiento" del pequeño pueblecito. Un día sin más, sin saber muy bien como, se convierte en chivo expiatorio de las autoridades alemanas. Y así se sucederán una serie de acontecimientos de lo más absurdos, que aunque tengan de protagonista a nuestro fuerte hombreton, poco a poco el espectador irá descubriendo que realmente el menos idiota de todos es el propio Svoboda. 


Los infortunios de Svoboda es una de esas novelas que devoras en apenas una tarde y te deja con ganas de más, de mucho más. Una historia que pone en evidencia la propia estupidez humana. Una crítica a la corrupción política y a las debilidades del ser humano. 


"Svoboda era el mozo de estación del pueblo. De ser cierto que las leyes de la oferta y la demanda se complementan, su existencia era poco menos que una anomalía económica. En dicha estación solo paraban dos trenes al día, dos cercanías lentos como caracoles, seniles, humeantes y tiznados de hollín que usaban principalmente los trabajadores de la fábrica: cogían el de las 6.40 y regresaban en el de las 19.10, sin -huelga decirlo- equipaje"

jueves, 20 de agosto de 2015

La ciudad de las cien torres...

...O también conocida como la ciudad dorada. Praga, capital de la República Checa, es el escenario perfecto de un cuento de hadas. Un lugar que te envuelve, te cautiva, te atrapa.



Que adoro la literatura, es evidente. Pero lo que no todos sabéis es que soy licenciada en Historia del Arte y una apasionada viajera. Descubrir ciudades, conocer culturas y perderme por museos es una debilidad a la que sucumbo con facilidad. Y aunque soy consciente de que este es un blog literario me voy a permitir la licencia de dedicarle una entrada a esta fascinante ciudad en el corazón de Europa y que tan bien me ha tratado estas vacaciones. 

Praga nace con los Boios, un pueblo celta del que deriva el nombre de la región de Bohemia. Posteriormente pasarán por estas tierras los germánicos, los eslavos y los avaros, siendo ya en el siglo X cuando se establecen unos mercaderes en torno al castillo de los Premyslidas, dinastía que se encarga de unificar las diferentes tribus que existían. Uno de sus mayores periodos de esplendor fue de la mano de Carlos IV de Alemania y I de Bohemia, cuando la ciudad se convirtió en la capital del Sacro Imperio Romano. Con los años paso a formar parte del Imperio austrohúngaro, cayendo este en la Primer Guerra Mundial. Entonces se crea el estado de Checoslovaquia y Praga se convierte en su capital. Sin embargo, en 1939 fue invadida por el ejército nazi y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, pasó a estar bajo un régimen comunista hasta 1989, cuando triunfó la Revolución del Terciopelo. 

La ciudad de las cien torres atesora un rico patrimonio artístico. Entre sus principales atractivos se encuentra el Reloj Astronómico de origen medieval más famoso del mundo. Fue construido en 1490 por el maestro relojero Hanus al que según cuenta la leyenda, le dejaron ciego para garantizar así que no existiese otro reloj igual. Cada hora en punto se produce el famoso desfile de los doce apóstoles, mientras cuatro esculturas que representan el Turco, la Avaricia, la Vanidad y la Muerte les acompañan. Al finalizar suena el canto de un gallo.

La Plaza de la Ciudad Vieja es de las más bellas de Europa. Un autentica joya. Rebosante de vida y muy, muy acogedora. Custodiándola, la iglesia de Nuestra Señora de Týn, de estilo gótico, cuyas dos torres afiladas se alzan desafiantes, orgullosas de su belleza. Pasear por el entramado de calles del centro histórico de la ciudad es un viaje al pasado. Hay mucho por descubrir en Praga, una ciudad con aires medievales. De visita obligada es el barrio judío con las seis sinagogas que aun se conservan y un sobrecogedor cementerio. Y el toque contemporáneo lo pone la Casa Danzante de Vlado Milunic y Frank Gehry de estilo desconstructivista e inspirada en los bailarines Fred Astaire y Ginger Rogers.

Praga esta bañada por las aguas del río Moldava y las mejores vistas de su paso por la ciudad y sus puentes son desde el Parque Letná. La Ciudad Vieja (Staré Mesto) se une a la Ciudad Pequeña (Malá Strana) por uno de los puentes más coquetos del mundo, el Puente de Carlos. Majestuoso, con sus más 500 metros de largo y sus 30 esculturas, es lugar de encuentro de artistas y artesanos que ofrecen sus trabajos a los miles de visitantes que recibe la ciudad. El puente debe su nombre al monarca Carlos IV, quien puso la primera piedra en 1357.
 
Y en la otra orilla del Moldava, se alza el Castillo más grande del mundo compuesto por un conjunto de palacios y edificios conectados por pintorescas calles. Por su situación privilegiada, se convirtió en la residencia de los Reyes de Bohemia. Entre los edificios que conforman el castillo destaca la Catedral de San Vito que alberga en su interior la tumba de Wenceslao IV, las Joyas de la Corona y la que posiblemente sea una de las vidrieras más bellas del mundo. Realizada por el artista Mucha, la vidriera llama la atención por el intenso color y la definición de las figuras. Detenerse ante ella es un viaje sensorial por cada poro de nuestra piel. Y en cuanto al entramado de callejuela, destaca una muy especial, el Callejón del Oro. En sus casitas de colores vivieron orfebres que trabajaban el oro para el rey. Sin embargo, su inquilino más famoso fue Franz Kafka. Entre 1916 y 1917, en el número 22, uno de los escritores más sorprendentes de todo los tiempos. Y si, no es nada difícil adivinar que esta amante de los libros no pudo salir de ese Callejón sin "La metamorfosis" en sus manos.