Cartas desde Tasmania

Dos historias entrelazadas. Secretos familiares cansados de estar a la sombra. Dos mujeres valientes enfrentándose a su destino. Cartas desde Tasmania de Anna Romer es mucho más que una novela de sagas familiares, es una historia acogedora, una lectura sosegada, una experiencia irresistible. 

Resumen

Cuando todo lo que crees saber se desmorona ¿saldrías huyendo? ¿O afrontarías la verdad?.

Ruby Cardel tiene una vida en apariencia normal -un novio cariñoso, una profesión que le apasiona-, pero en un terrible momento su mundo se derrumba. El descubrimiento de que la muerte de su hermana Jamie no fue un accidente le hace cuestionarse todo lo que sabe acerca de ella misma y de su pasado. 

Cuando Ruby decide volver a Lyrebird Hill, la propiedad en el campo donde creció junto a su madre y su hermana, comienza a recordar ese año que ha estado bloqueado en su memoria. Allí encuentra escondidas unas cartas antiguas de una pariente perdida hace mucho tiempo, Brenna Magavin, escritas desde su celda en la prisión de Tasmania donde cumplía condena por asesinato. 

Al leerlas Ruby comprende que la historia de su familia está marcada por la tragedia y la violencia. Y mientras poco a poco va juntando los fragmentos de la verdad, lo que finalmente descubra sacudirá toda su vida... y revelerá lo que le pasó a Jamie el fatídico día de su muerte. 

Impresiones

No me considero una persona "cotilla", suelo pasar bastante de toda clase de chismes que no me incumben, pero si me das un libro de secretos familiares por descubrir... ¡¡Me vuelvo loca!! No me puedo resistir, es una debilidad que tengo. 

Cartas desde Tasmania se desarrolla a través de dos líneas temporales alternándose para configurar una historia de intrigas y secretos familiares por descubrir. Por una parte, conoceremos a Ruby (2003) una joven con bastante complejos cuya vida está a punto de derrumbarse sin poder hacer nada para evitarlo. Es lo que tiene vivir en una farsa, que en cualquier momento todo lo que creías conocer desaparece y te chocas con la realidad. Su estabilidad sentimental se ve amenazada por una infidelidad a la que hay que sumarle el descubrimiento de que la muerte de su hermana no fue un simple accidente, como le hicieron creer. Aunque el día que falleció su hermana se encontraba en el escenario del "crimen" no recuerda absolutamente nada a causa de un fuerte golpe en la cabeza. Su mente ha bloqueado todos los recuerdos de ese año. Pero necesita, debe volver a recordar... ¿Es ella la culpable? ¿Hubo alguien más esa noche con ellas?

La otra línea temporal está protagonizada por Brenna (1898), una joven alegre que vive junto a su padre y su tía en la finca Lyrebird Hill. Con poco más de veinte años, se ve obligada a abandonar su hogar para contraer matrimonio con un hombre que a cambio se ha comprometido a pagar las deudas de la familia. De espíritu libre, su generosidad le llevan a sacrificarse por ayudar a sus seres queridos. Ella siente especial predilección por una joven indígena que vive junto con su tribu en sus tierras. Ese matrimonio de conveniencia le lleva a Tasmania y aunque es consciente de que es un matrimonio por interés, Brenna guarda la esperanza de llegar a amar, o al menos, sentir cariño por su marido. Pero pronto se dará cuenta de que para él, ella no es más que un juego, una venganza. Y comenzará su peor pesadilla...

Tanto Ruby como Brennan desconocen aspectos de su pasado esenciales, que irán descubriendo poco a poco, cambiándoles para siempre. No es habitual que ambas tramas tienen el mismo peso e interés en la historia, pero en Cartas desde Tasmania ambas lineas van de la mano, estrechamente entrelazadas, sin eclipsarse en ningún momento. 

Ambientada en Australia, la novela sirve a la autora para tratar un tema tan delicado como la xenofobia. En estas tierras habitaban colonos e indígenas. Los conflictos entre ambos fueron numerosos y muy violentos, llegándose a exterminar a tribus completas. También se refleja el papel de la mujer en la época, utilizada como moneda de cambio y siempre a la sombra del esposo. Y aquí viene mi principal queja a la autora, y es que intenta introducir al lector en estos aspectos históricos tan importantes, pero se queda en una sutil pincelada, sin fuerza, sin relevancia, siendo tremendamente difícil para el lector conocer esa cultura. 

La historia está contada en primera persona, por nuestras protagonistas: Ruby y Brenna. El ritmo más que lento, es sosegado. No es una lectura adictiva, pero si bastante placentera. Cronológicamente no es una trama lineal, pues no sólo se alternan las dos lineas temporales sino que constantemente se utilizan flashback. El estilo de Anna Romer es muy evocador, con una prosa exquisita y elegante y una capacidad no solo de crear ambientaciones creíbles, sino de trasladarnos a ellas. Sin embargo, le falta maestría a la hora de crear esta atmósfera de misterio, que en ocasiones queda un poco floja, al igual que la historia de amor protagonizada por Brennan. Se le podía haber sacado mucho más partido. Si es un acierto su final, donde todas las subtramas quedan perfectamente hilvanadas, sin posibilidad de que el lector pueda divagar o dejar libre su imaginación. 

Anna Romer teje una lectura sencilla, pero muy bien construida. Cartas desde Tasmania es una novela de misterios e intrigas familiares, que si bien no tiene un ritmo frenético, si se guarda bajo la manga unos buenos giros inesperados que sin lugar a dudas, sorprenderán al lector. 

"En ese momento me asombraba el largo viaje que he hecho. No solo por el mar encrespado y hasta lo más recóndito de una tierra desconocida, sino por la distancia del trayecto de niña a mujer y lo que vino después. Mi viejo yo murió a lo largo del recorrido y nació este otro yo, nuevo y desconocido. Un ente extraño, un ser que me pone nerviosa y a menudo me atemoriza. Con todo, me encuentro más a gusto dentro de él que dentro de la niña inocente que era antes"

* Gracias a la editorial Suma de Letras por el ejemplar