Sin abrumar en datos históricos Nerea Riesco teje una novela histórica donde lo real y la ficción se funden magistralmente. Pero Las puertas del paraíso es mucho más que una novela histórica, es una aventura épica con un telón de fondo apasionante. Pero también es un canto a la superación personal, al amor, a la amistad...
"Ya entonces me gustaba enlazar impresiones para perpetuar en mi mente los momentos que consideraba importantes sin sospechar siquiera que ése es el ardid más eficaz para zurcir de forma indeleble una nostalgia a la memoria..."
Resumen
1482. El cristianismo avanza implacable contra los llamados infieles, dispuesto a reconquistar Granada. Yago, un muchado ciego, se une a la Corte de los Reyes Católicos, en Sevilla. La cocina de los Reales Alcázares se convierte en su mundo, gris y monótono, hasta que el azar lo llevará a descubrir su verdadera vocación, la música, y a conocer a Nur, la rebelde y bella hermana del rey musulmán Boabdil. Yago aprenderá entonces a percibir la realidad con los ojos del corazón y vislumbrará el camino hacia el paraíso, que sólo puede partir del verdadero amor.
Con la sensibilidad de los grandes autores, Nerea Riesco nos introduce en los remotos escenarios de la Historia y nos lleva de la austeridad recia de los palacios castellanos a la sensualidad poética del harén granadino. Su escritura ágil y hermosa da color al pasado y convierte a sus personajes en fascinantes protagonistas de carne y hueso.
Impresiones
Leer puede convertirse en un viaje fascinante, en una experiencia mágica. Esto es precisamente lo que consigue Nerea Riesco en Las puertas del paraíso, teletransportarnos a una de las épocas más apasionante de la historia de España. Unos años trascendentales en los que los reyes Isabel y Fernando, tras unirse en matrimonio unificando el reino de Castilla y el de Aragón, se encuentran sumergidos en una empresa de vital importancia para sus intereses: conquistar el Reino de Granada, último estado musulmán de la península ibérica y joya de la antigua Al-Andalus.
Este viaje nos llevará por tres ciudades andaluzas: Sevilla y su majestuoso Real Alcázar; Córdoba, antigua capital califal ya en dominio de los cristianos y Granada, capital del reino nazarí. Un paseo por la historia en el que nos encontraremos con personajes tan ilustres como los Reyes Católicos, Cristóbal Colón, El Gran Capitán o Boabdill, entre otros. Y es que si algo destaca en Las puertas del paraíso es su magnifica ambientación, fruto de un trabajo exhaustivo de documentación.
Nos encontramos en los albores de 1492. Aunque la autora se centra sobre todo en la conquista cristiana también seremos testigos de otro momento capital de la historia de nuestro pais que se está gestando, el descubrimiento de las Américas. Cristóbal Colón aparece en la Corte proponiendo un "disparatado" viaje a China. El navegante, que busca desesperadamente financiación para su proyecto, defiende que la tierra es redonda y por tanto se podría llegar desde el otro extremo a Oriente. Una ruta más rápida y sencilla que le reportaría grandes beneficios a la corona. Pero las arcas reales, mermadas por las guerras, no pueden hacer frente a esta empresa, por el momento.
Este es el escenario donde conoceremos a Yago, un niño invidente desde su nacimiento que vive junto a su padre en Castilla, pues su madre falleció en el parto. Aunque no puede ver nada, se las arregla bastante bien. Pero aún así, su padre teme por su futuro una vez que él no pueda protegerle. Por ello, cuando le surge la oportunidad de trabajar de cocinero en la Corte de los Reyes Católicos no duda ni un instante. Hacen las maletas y se trasladan a Sevilla donde descubrirán que la felicidad puede llegar a ser demasiado efímera. En la Corte se encontrarán con Orestes, un artista italiano incapaz de soportar la felicidad ajena. Cuando Yago entabla amistad con Concepción, una de las damas de compañía de la reina, se convertirá en el centro de la diana de todo el rencor que acumula la oscura alma del artista. Y Yago descubrirá cuando mal puede desatar el odio en las personas.
Pero Las puertas del paraíso no es sólo una historia de venganzas. Ni muchísimo menos. A lo largo de sus páginas descubriremos dulces e inolvidables historias de amor y viviremos un sin fin de aventuras que nos llevarán a conocer a personajes que han marcado del devenir de nuestra historia. Y todo ello aderezado con un toque de poesía de lo más delicioso. ¡Chapó!
Volviendo a nuestro protagonista, Yago es uno de esos personajes que te conquista desde el primer capítulo. Su ceguera le hace vulnerable, pero también extremadamente sensible. Aunque su padre se empeña en enseñarle el oficio de cocinero, el tiene otro don, otra pasión. Y es, nada más y nada menos, que la música. Como él no puede servirse de sus ojos para ver la vida, lo hace a través de las palabras, de las metáforas. Los colores son sabores, las emociones olores... y así, va caminando por un mundo a oscuras, pero iluminado por su bondadoso corazón.
Como os decía antes, Nerea Riesco se centra sobre todo en la conquista de los últimos territorios de dominación musulmana. Pero no os asustéis, no es una novela tediosa donde se narren batallas exhaustivamente, pues más bien, nos desvela esas pequeñas anécdotas más desconocidas, sin dejar de lado, por supuesto, el rigor histórico de la guerra. Y este recurso es todo un acierto, pues dota a la narración de bastante emoción. ¿Sabías que el nombre de Mulhacén viene del rey de Granada Muley Hacén? A este tipo de información histórica me refiero.
Las puertas del paraíso se convierte en una lección magistral de historia. Batallas, costumbres, tradiciones... el día a día de dos culturas tan diferentes entre ellas quedan plasmados en esta novela histórica donde la ficción y lo real más que convivir, se funden. Con un estilo muy evocador, Nerea Riesco plasma magistralmente la sobriedad castellana y la fastuosidad musulmana demostrando su don para transmitir de forma arrolladora emociones y sensaciones. Las puertas del paraíso es emotiva, poética, conmovedora y vibrante. Pocas novelas hablan con tanta pasión de la vida.
"Quería naufragar en el mar de la locura hasta que se le encallara los dedos de placer o de delirio. Quería suplicar, abrasarse, olvidar su religión, perder la honra, la cordura y la reputación entre los brazos de ese hombre porque nadie excepto él sabría valorar esa entrega. Sólo él reconocería el olor acre de la yegua que ansía ser montada, y sólo él sabría abandonar el papel de centauro salvaje cuando la ternura regresara a su piel de hembra satisfecha para envolverla en devolución y dulzuras"
* Gracias a la editorial deBolsillo por el ejemplar