La muerte en Venecia

Una joya literaria que reflexiona sobre la belleza, el amor, la vida y la muerte. La muerte en Venecia de Thomas Mann es uno de esos libros que se ha ganado a pulso un lugar destacado en la historia de la literatura universal. Este clásico ha sido recuperado por la editorial Navona para su colección Los ineludibles. 

Impresiones

Un diseño sencillo, con una encuadernación en tela sin ilustraciones ni sinopsis, donde predomina el negro, con sutiles toques en color azul. Así nos presenta la editorial Navona su edición del clásico literario La muerte en Venecia de Thomas Mann. Una edición que derrocha elegancia y sencillez. Aquí no hay ilustraciones llamativas que capten la atención del lector a metros de distancia. Ni siquiera te desvela el inicio de la trama. Ni una sola pista. Así, prácticamente a ciegas, me sumergí en sus páginas... Aunque para ser sincera, me acompañaba un presentimiento que pronto se fue haciendo realidad. Y hoy puedo afirmar que la colección de Los Ineludibles se ha convertido en una parada literaria inevitable para mi. Un refugio donde sé que encontraré grandes lecturas. Por que no siempre se me apetece distraerme, a veces necesito un libro que me acaricie el alma. 

En los primeras páginas de La muerte en Venecia, Thomas Mann nos presenta a Gustav Von Aschenbach, una excusa perfecta para disertar sobre el arte y el artista, centrandose sobre todo, en el importante papel que desempeña para la sociedad. 

Aschenbach es un escritor alemán afincado en Munich que goza de bastante popularidad entre sus contemporáneos. Su vida transcurre apaciblemente hasta que un encentro fortuito con un forastero le deja unas ganas irrefrenables de sentirse vivo. Su vida siempre ha estado marcada por las normas y vigilada de cerca por las apariencias. Nunca se ha dejado llevar en sus cincuenta años de vida. El compromiso del artista con su obra y la búsqueda del éxito le llevó a renunciar a los placeres de la vida. Pero algo está a punto de cambiar, ese deseo de sentir la juventud del alma está creciendo en su interior a un ritmo vertiginoso. No puede ni quiere frenarlos. Y como no hay mejor aventura que viajar, nuestro protagonista prepara su equipaje y se marcha en busca de nuevos aires. Tras una breve estancia en Trieste se traslada a la bella Venecia, la ciudad de la luz y el color. 

Se hospeda en un pintoresco hotel en el Lido, un lugar tranquilo y agradable. E inesperadamente, será en ese rincón del Véneto donde su corazón vuelva a latir. Una pasión desmedida nacerá en el escritor aleman al conocer al joven Tadzio que se encuentra hospedado en el mismo hotel, junto a su familia. De origen polaco, pese a ser casi un niño, atesora una belleza regalo sin duda de los dioses. Cautiva, encandila y arrastra contra todo pronóstico a nuestro protagonista, que sucumbe a sus encantos, pese a estar en contra de su moralidad, lo cual le causará gran tormento.

La ciudad de Venecia parece no atravesar su mejor momento. Una epidemia de peste amenaza a sus habitantes aunque las autoridades no quieren admitirlo.  Von Aschenbach empieza a sospechar su trágico final, pero no puede separarse del joven, el único protagonista de todos sus anhelos. Se ha enamorado perdidamente de él. Su vida gira en torno a Tadzio, su razón para existir. Y no hay cosa que más le atormente que despertar y descubrir que ha vuelto a Polonia y nunca más podrá contemplar su belleza.

Ambientada en Venecia, la trama en sí es bastante sencilla y casi en su totalidad, se desarrolla en el hotel, describiendo brevemente a la ciudad en un par de ocasiones. Eso sí, Mann hace un retrato fidedigno de la decadencia en la que está sumergida la ciudad. Sin embargo, no es una novela sencilla, ni muchísimo menos, pues esconde interpretaciones que requieren a un lector activo, que analice lo que lee, no sólo se abandone a la lectura como goce estético. 

Los personajes se convierten en el pilar principal de este clásico literario. Aschenbach es la personificación de la rectitud. Ha vivido bajo normas estrictas que casi llegan a asfixiarle... pero ahora, en el ocaso de su vida y lejos de su tierra, conocerá un amor que le atormentará hasta llegar a la obsesión. Pero ironías de la vida, aunque en Venecia vuelve a sentirse vivo, será precisamente en la ciudad de los canales donde le sorprenda la muerte. Por su parte, Tadzio representa la belleza suprema, algo inalcanzable, que atormenta a nuestro protagonista de tal forma que le llevará a encontrarse con la muerte. 

La prosa de Mann es exquisita. Un estilo muy poético, elegante, delicado y muy cuidado que se detiene sin prisas en los detalles. Magistral. Sublime. Pura pasión. 

Si buscas un libro adictivo de ritmo frenético para perder la noción del tiempo... No, no sería una elección acertada. La muerte en Venecia es una lectura serena, una reflexión sobre la belleza y la muerte que debe saborearse lentamente, pues si no, corres el riesgo de perderte matices esenciales que te llevaran a una falsa y banal apreciación de la novela. Y es que Thomas Mann no nos narra una historia de amor imposible, sino que nos invita a reflexionar sobre la admiración de la belleza física como única forma de alcanzar lo espiritual mientras nos muestra la lucha interna entre lo deseado y lo prohibido. 

"El destinatario de esta sonrisa se fugó con ella como con un regalo fatal. Su turbación era tan grande que tuvo que huir de las luces de la terraza y del jardín, y refugiarse a paso rápido en la oscuridad del parque posterior. Allí estalló en reproches tiernos y extrañamente irritados: <<¡No debes sonreír así! ¿Me oyes? ¡A nadie hay que sonreírle así!>>. Se dejó caer en un banco y, fuera de sí, aspiró el perfume nocturno de las plantas. Después, apoyándose en el respaldo, los brazos indolentemente caídos, abrumado y sacudido varias veces por escalofríos, musitó la fórmula fija del deseo, imposible en este caso, absurda, abyecta, ridícula y, no obstante, sagrada, también aquí venerada: <<Te amo>>. 

* Gracias a la editorial Navona por el ejemplar