Viajar, descubrir, explorar... esa dulce tentación a la que intento rendirme al menos una vez al año. Los que os pasáis por este pequeño lugar de la blogosfera ya sabéis que soy historiadora del arte y amante de la literatura. Y viajar, es el culmen de mi triada de aficiones.
Pero antes de profundizar en esta entrada "viajera" quería pediros disculpas por la reciente inactividad del blog. Ha sido un año de muchos cambios, personales y laborales, y no todos han sido precisamente positivos. A veces la vida te golpea tan duro que necesitas un tiempo para estar sola, y asimilar... Mis planes blogueros se vieron también afectados y a mediados de junio desaparecí. De blog, y casi de la vida... Pero septiembre me trae de vuelta, con más ganas que nunca de compartir con vosotros mis experiencias literarias.
Y la primera entrada, cómo marca la tradición, es para hablaros un poquito de mis vacaciones. Este año le ha tocado a la región del Véneto. Muchos ya sabéis mi pasión por la bella Italia. Ésta es la cuarta vez que piso suelo italiano y ha sido para recorrer una región que llevaba demasiado tiempo en mi lista de deseos a cumplir.
Venecia es sin lugar a dudas la joya de la corona. Pero hay otras pequeñas y desconocidas ciudades que bien merecen que le prestemos nuestra atención. Aterricé en Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. Aunque sea conocida por ser el escenario de la famosa novela de Shakespeare he de confesaros que fue precisamente lo que menos me gustó, por la masificación turística. Verona es mucho más que ese mítico balcón de la casa de Julieta. Una ciudad bañada por las aguas del río Adagio, de bellas callejuelas, con un impresionante anfiteatro romano, conocido como "Arenas" y unas vistas que enamoran. Y si no, juzguen vosotros mismos....
Es una ciudad para relajarnos, saborear su rica gastronomía y perdernos por su numerosos restos medievales y renacentistas. Y si no tenéis demasiado tiempo que invertir no os preocupéis, con un día es suficiente para conocerla. Aunque los 40º que me acompañaron durante su visita casi acaban conmigo, y eso que soy de Sevilla, que a la calor estoy acostumbrada.
Después de un día agotador pero muy bien aprovechado cogí mi maleta dirección a Venecia. No os negaré que llevaba bastante miedo a mis espaldas. Mis expectativas estaban por las nubes cuando decidí comprarme el vuelo, pero a medida que le contaba a mis conocidos mi próximo destino de vacaciones... mis ganas casi se esfumaron. Que si "huele mal", que si "está demasiado sucia", que si "no se puede pasear con tanto turista", que si es "una ruina"... que si.... que si... Pues si, hay muchos turistas, y sí, tiene cierto aspecto ruinoso, pero nada puede nublar, ni un poquito, la belleza que tiene esa ciudad de ensueño. El único olor que hizo presencia fue el de brisa marina. Si, turistas a reventar, pero al caer la tarde vuelven a sus hoteles a las fueras y entonces... la ciudad te acoge con dulzura para enseñarte sus más secretos encantos. (No os lo ocultaré, el alojamiento es bastante caro, pero solo por esa "intimidad" no solo merece la pena sino que la considero imprescindible).
La plaza de San Marco, el Puente de los Suspiros o Rialto, Santa María de la Salutte o La Galería Peggy Guggenheim son algunos de sus principales reclamos turísticos. Pero tras la elegante y sofisticada Venecia, la de mármol... existe una más auténtica, de canales, recovecos, esconchados... y es igual de encantadora. Precisamente son sus dos caras, tan distintas entre ellas, las que configuran una experiencia sensorial que os aseguro, no es fácil de olvidar. Y mención especial para el Gran Canal, al que os recomiendo que recorráis en vaporetto... de día, al atardecer y de noche... Hay que disfrutarlo en en pleno bullicio y bajo la intimidad que proporciona la oscuridad. No os cansareis de recorrerlo.
Cerca de Venecia, a una hora y media en barco, se encuentra una isla bastante peculiar. Con sus casitas de colores, Burano es conocida por su producción de encaje de hilo. Es un remanso de paz, si la comparamos con la ajetreada Venecia. De por sí, el viaje en barco ya es una delicia y el pueblo bastante encantador. No tiene demasiado que ver, es más un paseo agradable por sus calles y visitar el campanario, notablemente inclinado. Pero si vas a estar más de dos días en Venecia puede ser un completo magnífico para vuestra visita. Cómo nota curiosa, dice la leyenda que las casitas estaban pintadas de diferentes colores para que los marineros pudiesen llegar hasta sus casas en los días de niebla. Dicho esto, no es una visita imprescindible, pero si recomendable si os sobra tiempo. A nosotros nos faltó visitar Murano, conocida por las fábricas de cristal. Pero se nos echó el tiempo encima... o cómo suelen decir, hay que dejar algo sin ver para así poder volver. Quiero pensar que fue lo segundo.
Y tras tres inolvidables días en Venecia me marchaba con una el corazón lleno de bellos recuerdos y un caprichito en la maleta. Sí, una mascara veneciana que me encandiló.
Pero aún no terminaba nuestra escapada. Teníamos un último destino antes de tomar el avión que nos traería de vuelta a casa. Cuando preparo un viaje me gusta dejar algo que ver en la recamara, por si todo sale sobre ruedas y nos sobra tiempo, y en ésta ocasión así ha sido. Con medio días por delante decidimos realizar una visita exprés a Padua, una pequeña ciudad que acoge uno de los centros religiosos más importantes de Italia. Allí, descansan los restos de San Antonio de Padua, en una iglesia sobrecogedora por su belleza y misticismo.
Ya han pasado varias semanas desde nuestro regreso pero tengo que admitir que sigo con la sonrisa puesta cada vez que lo recuerdo. El Véneto es una región hermosa que aguarda al visitante un sinfín de recovecos que descubrir.
¿Volveré?
Eso espero...
Que chulada! Me encantaría ir. Gracias por la entrada.
ResponderEliminarUn saludo!
Me encanta Italia... o lo que he visto de ella. Venecia está entre mis pendientes, por supuesto, pero me ha ido frenando justamente la masificación turística. Quizá para otro año...
ResponderEliminarEspero que estés con las pilas más cargadas y te haya sentado muy bien ese tiempo desconectada del blog y del mundo para reubicarte.
Besos.
Maravilloso recorrido el que nos muestras. Me lo apunto con letras mayúsculas. Las fotos y vuestras caras hablan por sí solas. Bienvenida y espero que pronto vuelvas repuesta de lo que te haya mantenido alejada del blog. Lo importante es que todo vaya a su sitio.
ResponderEliminarUn besote.
Pues mira, yo llevó bastante tiempo pensando en visitar Florencia y me acabas de volver a despertar las ganas.
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